Entonces Dios seleccionó a Sus Mensajeros de entre los descendientes de Adán e hizo un pacto con ellos para que actuaran fielmente de acuerdo a Sus Revelaciones, para que llevaran Su Mensaje con Verdad y para que se propagara Su Misión.
El sistema de designar Mensajeros y Profetas fue adoptado cuando muchas gentes rompieron las promesas hechas a Dios y se arrepintieron de su palabra, olvidaron sus deberes y derechos divinamente establecidos y comenzaron a aceptar a otros como sus dioses -y a adorarlos- porque el Shaytán los había hecho abandonar los caminos de Dios y dejar de adorarle. Dios envió a sus Mensajeros continuamente, uno tras otro, de modo que pudieran recordar a los seres humanos los deberes que la naturaleza había puesto sobre ellos como una parte del plan de su existencia y como la realización de las promesas hechas por sus almas en el mundo espiritual el Día de la Creación. Estos Profetas habrían de atraer la atención de la humanidad hacia las Bendiciones y generosidades otorgadas por Él, llevarles Sus Mensajes, enseñarles a usar inteligente y sabiamente los tesoros escondidos en sus mentes e intelectos, y también dirigirles a comprender las manifestaciones al igual que los secretos de la naturaleza tales como el alto tejado sobre sus cabeza -el cielo- que protege de los destructivos y devastadores efectos del espacio; la tierra -bajo sus pies- con todos sus tesoros y riquezas, las formas y medios de su sustento y civilización, tan abundantemente y profusamente proveídas, las enfermedades que los envejecen y debilitan, los infortunios y calamidades a los que frecuentemente deberán encarar, y finalmente, la muerte que pone fin a todo.
Dios no ha dejado a ningún ser humano sin la guía y educación de Sus Profetas, sin un libro sagrado, sin la prueba efectiva, cierta y concluyente de Su Divinidad y sin un camino claro y brillante hacia Su Reino. Sus Profetas fueron hombres de tal fortaleza de carácter y coraje que, aunque fueron una minoría y quienes se opusieron a ellos fueron siempre mayoría, estos Mensajeros nunca se sintieron nerviosos, contrariados o desorientados y nunca abandonaron Su Misión. Ninguno de ellos dejó este mundo sin indicar y designar quien habría de tomar su lugar tras su desaparición y continuar la misión encomendada por Dios; por consiguiente cada uno de ellos fue anunciado por el Profeta que desapareció ante de él (por consiguiente no le fue difícil a los seres humanos reconocer a un verdadero Profeta y distinguirle de un impostor).
Fuente: Abna24