El primer día del prestigioso mes de Rayab está adornado con el nacimiento del quinto líder de los shiíes, el Imam Muhamad Baqir (la paz sea con él).
El primer día del mes de Rayab, del año 57 Hégira lunar, nació un hijo en Medina, al que llamaron Mohammad y apodaron Baqir Al-Olum que significa “analizador erudito de la ciencia”, porque él ha sobrepasado el conocimiento y revelado los misterios de la ciencia. Otros apodos, como Shaker (quien dar gracias al Señor), Saber (paciente) y Hadi también ha sido mencionados para referirse a este Hazrat y cada uno de ellos refleja las características de ese gran Imam. El Imam Baqir, tanto por parte de padre como de madre, tenía parentesco con el Mensajero de Dios, ya que su padre fue el Imam Sayyad, hijo del Imam Husain (P) y su madre fue Umm Abdullah, hija del Imam Hasan Muytaba (P). Todos conocían la magnificencia del Imam Baqir, de hecho tanto los hashimitas, alawitas como los fatimitas lo consideraban su único heredero y lo llamaban hashimí, alawi y fatimí. El Imam Baqir(P) pasó un par de años con su abuelo el Imam Husain(P) y tenía cuatro años cuando ocurrió el suceso de Ashûra en Karbala y así de pequeñito vio las atrocidades de Yazid. El Imam Baqir(P), después del martirio de su padre Imam Sayyad, durante 18 años fue líder de la nación islámica en un período sensible de la historia.
El Imam Baqir(P) con una fe firme y comportamiento hermoso y humano, dirigió a muchas personas. Él no solo interpretaba el Corán sino, mediante la interpretación correcta de las aleyas coránicas, eliminó muchas ambigüedades y reveló las desviaciones de los oponentes y de los que intentaban aprovecharse de esta religión. El Imam se basaba en sus explicaciones en las aleyas del Corán, de modo que un poeta de la época del Imam, Malik bin Ayin al-Yahani, ha escrito sobre el Hazrat Baqir: “Las personas buscan el conocimiento del Corán han de saber que Qoraish tiene al mejor conocedor de este libro sagrado, el Imam Baqir, que si habla de las ciencias coránicas, entenderán cuánto sabe…”.
El carácter de Imam Baqir, durante su vida, fue muy prominente y siempre sus clases estaban llenas de eruditos que buscaban la fuente del conocimiento. La reputación del conocimiento del Imam se había extendido en todas las tierras islámicas, y la gente, especialmente los científicos, estaban fascinados con su dominio. Esta fascinación se había generalizada entre el pueblo iraquí, y amigos y enemigos alababan su conocimiento.
En una narración histórica se lee que el califa de la época Hesham Ibn Abdul Malik vio al Imam en la Mezquita Sagrada y preguntó a su sirviente: “¿Es él por quien el pueblo iraquí está fascinado?”. La respuesta fue clara: “Sí”. Luego ordenó a su sirviente que fuera hacia él y le pidiera al Imam que respondiera las preguntas del califa. El califa planteó sus preguntas y el Imam respondió de tal forma que Hesham se quedó en silencio y no pudo decir nada.
El Imam Baqir, junto con sus actividades científicas y culturales generalizadas, se dedicó a los asuntos políticos y sociales. En este último aspecto, siempre criticó a los gobernantes tiranos y en sus enseñanzas a la gente, dio a conocer las características de los gobernantes justos, para que las personas compararan a los gobernantes de su tiempo con esos criterios y se diesen cuenta de sus debilidades y desviaciones.
El Imam decía: “El líder de la comunidad es digno cuando reúne tres atributos. Uno, es piadoso de forma que puede protegerse de las plagas del poder y no caer en la trampa de prácticas desleales y corruptas. Dos, es tolerante y puede contener su ira y, tres, es como un padre amable y trata con bondad con a aquellos que gobierna”.
El Imam Sadiq (la paz sea con él) ha sentenciado: “Mi padre, el Imam Mohamad Baqir, siempre mencionaba a Dios. Mencionaba a Dios mientras comía. Cuando hablaba con la gente, no paraba de recordar a Dios, y la frase ‘No hay más Dios que Allah’ siempre estaba en su boca. Al amanecer, nos llamaba a adorar al Señor y también al amanecer, hasta que saliera el sol. Incluso a los miembros de la familia que conocían el Corán, les ordenó leerlo y ordenó al resto que mencionaran las palabras de Dios”.
El sirviente del Imam, Aflah, narró lo siguiente: “Peregriné a La Meca junto a con Mohamad Ibn Ali y cuando ingresó a la Mezquita Sagrada, elevó su voz en llanto. Le dije: ‘¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti! ¡La gente te está observando! ¡Si sólo bajaras la voz un poco…!’. Me respondió: “¡Oh Aflah! Yo elevo mi voz en llanto para que tal vez Dios, Glorificado Sea, me observe con misericordia y pueda lograr el triunfo el día de mañana”. Luego realizó la circunvalación a la Casa de Dios. Cuando concluyó, vi que el lugar que había posado su frente durante la prosternación se encontraba empapado con sus lágrimas”.
El Imam Baqir dijo: “La sonrisa de un hombre es una recompensa para su hermano, y la eliminación de cualquier tipo de dificultad e incomodidad por parte de él es un acto amigable con Dios y, para Dios, no es más bueno que alegrar a un creyente”. Los actos del hombre son testigos de su manifestación y perspicacia. Cuánto practicas buenas obras, aseguras tu vida o arruinas tu existencia con un mal acto”.
Una de las mejores prácticas permanentes en la vida de este gran Imam era ayudar en las situaciones difíciles de sus hermanos en la religión. Esta acción es posible de cualquier manera. A veces puedes ayudar a alguien con una sonrisa. Ayudar a resolver el problema de un devoto, suma en tus buenas acciones, de hecho, un dicho precisa que “una acción muy popular es alegrar a un devoto”.
Fuente: es.shafaqna.com