En la historiografía y la cultura islámicas, el nombre de Alí ibn Abi Tálib (con él la paz) va siempre ligado al del Profeta del Islam, Muhammad (Dios lo bendiga a él y a su familia). La mayoría de las enciclopedias lo identifican como.
Los expertos han descrito La cumbre de la elocuencia como una obra extraordinaria tanto desde el punto de vista del significado como del estilo. Un punto que retiene la atención en el pensamiento del Imam Alí (P) y que se observa también en esta obra es que su comsmovisión trasciende el tiempo y el espacio. El presente escrito examina algunas dimensiones de su pensamiento y de su vida política y social.
El ser humano, eje de la creación
En el pensamiento del Imam Alí (P), el ser humano ocupa un lugar primordial. La dignidad humana es de tal importancia para él que no hay peor ignorancia e injusticia que la inconsciencia y desconocimiento de su valor. «Para que una persona sea ignorante, basta que ignore su propio valor» (1), dice sobre esta cuestión. Este énfasis epistemológico tiene numerosas consecuencias en el terreno práctico de la vida, una de las cuales está en relación con los derechos humanos ―una de las cuestiones más importantes de las ciencias humanas hoy en día, además de uno de los retos fundamentales de la política mundial―, constituyendo el principio básico primordial de los derechos humanos la dignidad del hombre. Una de las dimensiones más atractivas de la personalidad y el pensamiento de Alí (P) es su fe en la dignidad humana, confirmada en la teoría y la práctica de su vida.
El origen de esa dignidad que pueden disfrutar todos los seres humanos está, según el Corán, en el soplo del espíritu divino en el ser humano (2). Son muchos los principios jurídicos y morales que se ordenan sobre la base de esa dignidad, como es también sobre la base de esa dignidad que se anuncia y se reconoce la libertad del ser humano. Ese principio se extiende, al deberse al reconocimiento como divino del espíritu de todos los seres humanos, a la humanidad entera, sin que existan diferencias si se trata de musulmanes, de no musulmanes o incluso de infieles o irreligiosos. Es en este sentido que, ante una sociedad regida por musulmanes cuya seguridad se ve amenazada por atacantes extranjeros y cuyos miembros entran en conflicto, el imam Alí (P) no establece diferencia alguna entre ciudadanos musulmanes y no musulmanes, y se expresa así:
«Me han llegado noticias de que un asaltante ha atacado a mujeres musulmanas y a otras bajo la protección del Islam y les ha robado las ajorcas, pulseras, collares y pendientes, y ante el saqueador las pobres no pudieron más que encomendarse a Dios y pedir piedad (…). Si tras este acontecimiento algún musulmán muere apesadumbrado, no habrá que recriminárselo; es más, su muerte me parece meritoria» (3).
Conforme a este principio ontológico, el ser humano es criatura de Dios ―cualesquiera que sean su religión, su raza y el color de su piel― y su dignidad y derechos deben preservarse. Otra muestra de esa preservación de la dignidad y los derechos humanos en el pensamiento del imam Alí (P) puede verse en su epístola a su gobernador Malik Ashtar (4). Traducida ya a muchas lenguas del mundo entero, incluido el español, la misiva ha sido descrita como guía para el gobierno con justicia, y en ella Alí (P) insiste a su interlocutor en que extienda su afecto a sus ciudadanos alejándose de todo sectarismo o actitud discriminatoria, y que haga valer los derechos de todos ellos, puesto que o bien son musulmanes ―y en ese caso son sus hermanos en la fe―, o bien son seres humanos ―y por tanto sus iguales en la creación―.
«Llena tu corazón de conciencia de misericordia, afecto y amabilidad para con tus súbditos; y no seas para con ellos como un animal voraz que ve un botín en devorarlos, porque ellos son de dos clases: o bien son tus hermanos en la fe, o bien tus iguales en la creación» (5).
La justicia, razón de la política
La concepción integradora que de la dignidad del hombre tiene el imam Alí (P), cualquiera que sea su posición, raza y religión, garantiza la idea de justicia en el terreno práctico. Según piensa él, una dimensión de la justicia consiste en que se tengan en cuenta los méritos naturales verdaderos y a cada cual se le encargue una tarea conforme a sus capacidades y su merecimiento. Este principio incumbe a todos, sin dejar a nadie fuera: la justicia es una ley general y un rector y organizador universal e integrador que abarca a toda la sociedad humana, siendo una autopista por la que todos deben transitar. Sobre esta base, el Imam Alí (P) considera que hacer respetar los derechos de la gente y en especial de los necesitados es un modo de actuar justo y uno de los deberes del gobernante, y en ese sentido dice que da igual a qué categoría corresponda la posición social del individuo: en todo caso, el gobernante tiene el deber de ocuparse de sus derechos en el mismo grado. Los individuos más débiles son estimados por él de tal modo que ha de restituir sus derechos, y los de mayor rango necesitan también en la misma medida un defensor que haga respetar los suyos (6). Es interesante que, en el marco teórico del gobierno justo según la perspectiva del Imam Alí (P), las aclaraciones teóricas tengan una manifestación práctica, y esta manifestación práctica llega incluso hasta el punto de que la sencillez del modo de vida del Imam Alí (P) ―el individuo más poderoso de la política y el gobierno del conjunto de los musulmanes― se ponía como ejemplo. Un caso que lo saca a relucir es la queja ante él de la familia de Asim ibn Ziad, alguien que practicaba la ascesis. A resultas de esa queja, el Imam Alí (P) pregunta a Asim por qué es tan severo con su familia y la priva de bienes y placeres lícitos. En su respuesta y para justificar la severidad de su proceder con su familia, Asim se sirve del modo de vida del propio Imam (P), diciendo: «Tú mismo estás aquí con ropas ásperas y alimento sencillo y seco». La respuesta del Imam Alí (P) en este punto es muy digna de consideración: «Yo soy distinto de ti; ocupo un puesto que tú no tienes. Estoy en la posición del liderazgo y el gobierno, y el deber del gobernante o dirigente es diferente. Dios impone a los dirigentes justos el deber de ajustar su vida personal al modelo de los estratos más débiles de su nación y vivir como viven los más desvalidos de entre la gente, para que las penurias de la pobreza y el desposeimiento no hagan mella en ese estrato».
En el pensamiento y la praxis del Imam Alí (P), el fundamento principal de la justicia política y social deriva en realidad de la profesión de la unicidad de Dios y se manifiesta en el marco de la justicia de la unicidad divina, en el sentido de que todos son siervos y criaturas de Dios, principio ontológico por el que carece de sentido toda pretensión de superioridad política o social. La relación con la gente del propio gobernante o estadista se establece conforme a ese mismo principio. El modo en que comienzan las cartas del Imam Alí (P) a sus gobernadores atestigua la afirmación de que incluso él, en su posición de gobernante de los musulmanes, es en toda su identidad servidumbre de Dios, y de que es dentro de ese marco que él asumió la dirección de la sociedad: «Estas son las órdenes dictadas por el siervo de Dios Alí, Comendador de los Creyentes, a Malik ibn al-Hariz al-Ashtar an-Naya’i por el pacto establecido con él al designarlo gobernador de Egipto». La atención prestada a este principio llega hasta el punto de que el imam Alí (P) presenta como razón de haber aceptado el gobierno impedir los atropellos de los abusadores, diciendo: «¡Juro por Dios, que hace germinar la simiente! Si Dios no hubiera hecho que los sabios se comprometieran a no callar ante la avidez de los inicuos ni ante el hambre de los oprimidos, habría dejado las riendas del camello de la sucesión (el califato) y lo habría abandonado» (7). El imam Alí (P) mostró esa convicción suya en su ejercicio del califato, al pasar buena parte de su jefatura restituyendo derechos vulnerados y poniendo coto a la injusticia, modo de actuar que hizo que muchos opresores engrosaran las filas de sus enemigos, dando lugar a muchas guerras. Ese principio puede servir inspirar no ya a políticos y gobernantes, sino también a pensadores e intelectuales a ocuparse de la justicia como prioridad de su pensamiento y su acción.
Los derechos de los animales
La ética ambiental ocupa el intelecto de muchos pensadores de la era contemporánea. Algunos ven en las orientaciones de las religiones divinas y las enseñanzas religiosas una de las causas fundamentales por las que el medioambiente se ve amenazado y destruido. En el año 1967, Lynn White apuntó en un artículo titulado Las raíces históricas de nuestra crisis ecológica a la tradición cristiana y judaica como causa de las crisis ambientales actuales. A su juicio, la comovisión cristiana y el mandato bíblico de dominar la naturaleza prepararon el terreno a una mentalidad instrumental no respetuosa con la naturaleza.
Uno de los elementos ambientales más importantes cuyos derechos han atraído la atención de los defensores del entorno vital son los animales. En contra de lo que creen Lynn White y otros teóricos y activistas de orientación similar a la suya, el imam Alí (P) insiste mucho en el respeto de los derechos de los animales, lo que se ve de la manera más meticulosa posible en sus instrucciones a uno de sus encargados. Ahí recalca, por ejemplo, que no ha de ordeñarse a las hembras de camello tanto que no les quede leche para las crías y estas resulten dañadas (8). Su atención llega hasta el punto de considerar que la idea de justicia incluye a los animales: «Mantén la justicia entre el camello al que montas y los demás, haciendo que el camello cansado descanse y montando con cuidado al que ha sufrido algo de daño o se vea incapaz de avanzar» (9). En otro lugar, insiste a sus encargados en que confíen los animales a individuos benévolos, amables, honestos y seguros, para que no los maltraten (10).
La atención del imam Alí (P) llega hasta el punto de considerar los sentimientos de los animales dignos de respeto y estimar indispensable su cuidado: «No sacrifiques un cordero ante otro ni un camello ante otro camello mientras lo estén mirando». Considera además de gran importancia que se preserve el respeto por la dignidad de los animales; cuando sus encargados van a recoger tributos de una población que va a entregar ovejas o camellos a modo de impuesto, les recomienda: «De manera que, si tiene ovejas o camellos, no entres sin su permiso en el lugar donde guarda a sus animales, ya que la mayoría de estos son suyos. Cuando quieras caminar entre los animales, no pases como quienes son poderosos y altivos. No asustes ni hagas temer a ningún animal» (11).
El mundo anhela el modo de obrar de Alí (P)
Lo expuesto hasta aquí es apenas una porción de las distintas dimensiones que poseen la personalidad y el modo de obrar del Comendador de los Creyentes, Alí (P), puesto que «todas las cualidades y atributos que respeta y honra el ser humano ―ya se trate del ser humano creyente en el Islam, del creyente en cualquier otra religión o del ser humano carente de creencia en religión alguna― están reunidas en Alí ibn Abi Tálib» (12).
Si bien han transcurrido ya muchos siglos desde sus tiempos, el ser humano sigue enfrentándose a incontables dificultades e injusticias, ya se trate del agostamiento de las capacidades y talentos intelectuales y espirituales de los adolescentes y jóvenes por culturas abusivas y embaucadoras, de la iniquidad de transformar a las mujeres en meros vehículos de goce material, de la iniquidad de que se forme a los hombres de la sociedad para dar curso a la concepción instrumental de la mujer, se mate a niños inocentes ante los ojos de sus progenitores, se prive a miles de infantes de la bendición de sus padres con ataques de drones en áreas civiles, que cada noche duerman con hambre las familias de raza negra en un continente repleto de oro y de metales y piedras preciosas… En tales circunstancias, cuando las proclamas filantrópicas hueras resuenan por doquier en un mundo que por otra parte se debate gravemente ante las crisis señaladas, se antoja necesario y esclarecedor tomar en seria consideración el pensamiento y el modelo práctico de la dirección del Imam Alí (P), algunos de cuyos aspectos se han señalado arriba.
Notas
(1) La cumbre de la elocuencia, sermón 102.
(2) La cumbre de la elocuencia, sermón 1. Claro está que, en el pensamiento del imam Alí (P) como desde el punto de vista del Corán, el soplo del espíritu divino en los seres humanos (aleya 72 de la sura Sad) no significa en modo alguno que el ser humano hablara ni se reuniera con Dios, puesto que Dios es siempre Creador absoluto, mientras que el ser humano ocupa el lugar de la criatura. Lo que significa la aleya es hacer que el ser humano preste atención a la posición de la humanidad, y que el origen y raíz del espíritu del ser humano procede del mundo superior, de Dios, y no del mundo terrenal.
(3) La cumbre de la elocuencia, sermón 27.
(4) Carta o escrito sobre el modo de gobierno dirigida por el imam Alí (P) a Malik Ashtar en el momento de designarlo para gobernar Egipto. La epístola está recogida en La cumbre de la elocuencia.
(5) La cumbre de la elocuencia, epístola 53.
(6) La cumbre de la elocuencia, sermón 37.
(7) La cumbre de la elocuencia, sermón 3.
(8) La cumbre de la elocuencia, epístola 25.
(9) Ibidem.
(10) Ibidem.
(11) Ibidem.
(12) Declaraciones del Líder Supremo de la Revolución Islámica de Irán, su eminencia el ayatolá Seyed Alí Jameneí, el 20 de septiembre de 2016 en un encuentro con gente de estratos diversos.
Fuente: Abna24