Desde sus inicios el islam como comunidad no ha podido dejar de lado sus relaciones de trato, comunicación, respeto y amor con otro tipo de creencias, demostrando con ello que esta forma de vida tuvo y tiene en sus axiomas elementos que obligan a tratar bien a los no musulmanes, yuxtaponiendo con ello todas las falsas acusaciones que los enemigos pocos éticos han señalado en relación al Profeta de Dios Muhammad (BPUH) y el surgimiento de la civilización islámica.
Los detractores siempre han criticado el comportamiento de Muhammad (BPUH) tildándolo de impositor o intolerante, cuando en pleno proceso de expansión de esta fe; mediante el leguaje del corazón, las acciones y la moral más allá de la defensa sagrada plantaba la semilla de la fe en los territorios donde llegaba su mensaje; pero no solo cuidaba y protegía a la joven comunidad, sino que lo hacía también favoreciendo y respetando otros tipos de creencias que no condecían con los principios coránicos, ni con la enseñanzas del mensajero de Dios, ¿Por qué lo hacía? ¿Acaso el islam se expandió por la fuerza barriendo todo a su paso? ¿Eran respetados los derechos de los no musulmanes?
Corría el año 610 (d.C) la comunidad islámica empezaba a echar sus frutos cuando varios árabes de la península arábiga aceptaban la unicidad divina rechazando la idolatría, era un tiempo donde las tribus árabes aceptaban todo tipo de creencias con tal de que el comercio y las finanzas estén primero frente a la “espiritualidad” de esa época. Habiendo recibido la orden Divina en la Cueva de Hira, Muhammad (BPUH) debía enseñar las leyes divinas y así fundar una comunidad de hombres y mujeres que obedezcan estas normas que vinieron con su mensaje.
Prístinamente la comunidad fue atacada, sus miembros asesinados; pues ante el inminente peligro un grupo de musulmanes tuvieron que escapar a Etiopia a pedir protección al rey de Abisinia, siendo éste un elemento fundamental en la relación del islam con las religiones del libro. La umma islámica habiendo recibido agresiones y violencia a tal grado de ejecutarlos, nunca llevó dentro de sí resentimiento, ni venganza, lo cual hizo que hasta el día de hoy el verdadero islam sea respetuoso al aceptar y convivir con las religiones monoteístas. El hecho de haber pactado con cristianos, judíos y zoroastrianos denota su carácter de paz, por ello el musulmán dice que la paz de Dios sea contigo.
Estas relaciones de paz, convivencia y amor partían desde el ejemplo mismo del Profeta Muhammad (BPUH) cuando por varios factores lograba y pactaba con las demás creencias dentro de la comunidad, las mismas que en la actualidad siguen vigentes cuando en muchos países islámicos las creencias monoteístas son practicadas y protegidas, así por ejemplo en la República Islámica de Irán estas minorías espirituales tienen sus representantes en el parlamento, siendo su presencia considerada en los asuntos de la sociedad islámica de acuerdo a la raigambre islámica y la comunidad desde sus inicios.
Consciente de ello el enviado de Allah tenía siempre un comportamiento ejemplar, no solo para la comunidad; sino también para los estados vecinos, pues Dios le manifestó: “Nosotros no te hemos enviado sino como misericordia para todo el mundo”. (Los Profetas; 107) así mismo dice; “Por una misericordia venida de Dios, has sido suave con ellos. Si hubieras sido áspero y duro de corazón, se habrían escapado de ti”. (Al Imran; 159).
Siendo Muhammad (BPUH) el último mensajero de Dios y más aun con lo que manifiesta el Corán, la moral y el buen comportamiento del Profeta es indiscutible confirmándose su trato de paz y amor con los musulmanes, con los seguidores del libro así como con los no creyentes. Este comportamiento ha hecho que durante el establecimiento de la comunidad islámica, pueda celebrar un sinfín de tratados con los grupos monoteístas como judíos y cristianos, tal situación es contrastada con acuerdos y el trato afable que les dio.
Habiendo fallecido Abu Talib, el tío que lo quería como a un hijo, el profeta quedó desprotegido y por los constantes ataques, insultos y desobediencia de los incrédulos en espacial de la Meca respecto a las enseñanzas y prácticas del islam casi 10 años después de haberse establecido la comunidad islámica, siguiendo su deber como profeta acompañado por su compañero Zayd Inn Jarita, tomó la decisión de cambiar de ambiente, a tal fin se dirigió a Taif.
Entrando a la ciudad, invitó a todos sin excepción que acepten el Islam, la gente al escucharlo lo insultó, le empezó a tirar piedras y todo tipo de objetos; el profeta empezó a sangrar copiosamente, Zayd al protegerlo también sufrió los embates y la pedradas, la muchedumbre enardecida hizo que el profeta se retirara, así golpeado y triste se sentó cerca de un viñedo en la propiedad de los hijos de “Rabi´a” en donde ofreció todos esos insultos, humillaciones, pedradas y golpes a Dios.
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Los hijos de Rabi´a se apiadaron de él y le enviaron a su siervo “Adas”, quién le dio un racimo de uvas, antes de llevárselos a la boca para comerlos el profeta dijo “En el nombre de Dios” Adas le dijo: “esa frase no se suele utilizar aquí” a lo que el mensajero de Dios le dijo: “¿De dónde eres y que religión profesas?”, respondió Adas “Soy de Ninive (Irak) y practico el cristianismo”, el profeta le respondió: “Eres de la ciudad de donde es Jonás (p) hijo de Amitai”, sorprendido Adas le dijo “ ¡¿De dónde sabes todo eso?!” Muhammad (BPUH) respondió: “Mi hermanos Jonás (p) es al igual que yo un profeta de Allah”, Adas emocionado se inclinó besándole las manos y los pies al mensajero de Dios.
No cabe, la menor duda que el comportamiento y la moral del profeta, no solo se limitaba a los musulmanes; sino a todos quienes por sus actos aceptaban el islam , así como fortalecía la fe de los más débiles. Pero, no solo el comportamiento del profeta era para un grupo, sino éste era demostrado en su relación con otras ciudades, exteriorizando los valores y axiomas que traía el islam.
Una de las tantas pruebas de ello, es el relacionamiento de la comunidad islámica con los monarcas y reyes de otras regiones, siempre en el marco del respeto y la invitación pacífica a que acepten el islam, sin duda se podría escribir mucho; pero por factores de espacio aquí no lo haremos, solo citaremos algunos tratados que se firmaban como una muestra factible de ese carácter pacífico, ético y moral del Profeta Muhammad (PBUH).
Así por ejemplo, tenemos el tratado firmado con los Judíos en Medina, el que estipulaba la defensa mutua de la ciudad frente a los enemigos; judíos y musulmanes se comprometían a defenderla en donde los judíos tenían el derecho a mantener su fe; así como defender cada espacio de su territorio sea propiedad de musulmanes o judíos, así como consultándose las estrategias de defensa y ataque hacia los enemigos. Este tratado fue uno de los primeros que denota el respeto y la palabra empeñada del islam y los musulmanes con respecto a una de las creencias del libro, afirmándose una vez más la justicia y la equidad de la comunidad islámica.
El comportamiento moral, ético y espiritual, no solo se refleja en los acuerdos que se hacían; sino también en la invitación que hacia al islam, iniciándose con el establecimiento de la política exterior e internacional de la comunidad islámica, las que más adelante devendrían en fuentes del Derecho Internacional.
Las Relaciones Internacionales del Islam, nos demuestran y exteriorizan ese amor que el Profeta tenía hacia las sociedades para que se acerquen y adoren a un solo Dios. Hay varias misivas, entre ellas podemos sólo citar algunas para no extender nuestro trabajo. Por ejemplo, en el séptimo año de la hégira se envía una carta al Muqawqis virrey de Egipto y Alejandría, invitándolo a abrazar el islam, también envía una carta el emperador Bizantino Heraclio, a los gobernantes Gasanies, a los obispos de Najran, a los gobernantes de Oman, de Yemen, Bahréin entre muchos. En estas invitaciones, si hacemos el análisis de cada uno de ellos podemos ver reflejado la intención y el amor puro que tenía el profeta para que estos hombres acepten la invitación para abrazar el islam, no por la fuerza; sino con el lenguaje espiritual que le había sido revelado.
Si se analizan las cartas que envía el mensajero de Dios, podemos encontrar varios análisis, siendo el fundamental la invitación al Islam y no por medio de la guerra, tal cual argumentan sus detractores. Entre los derroteros de estas cartas de intención, el profeta explica los aspectos religiosos como la de adorar a un solo Dios, la jerarquía, el amor y respeto hacia Jesús y la virgen María (con ambos sea la Paz); así como establecer lazos de amistad y hermandad entre musulmanes y cristianos.
Estas cartas de intención, muchas veces se han cristalizado en tratados de paz y cooperación mutua, tal cual hemos expuesto arriba; pues cuando firmaban las mismas, no solo se las hacían a título personal sino que estas tenían un cimiento espiritual divino, porque estos actos eran de carácter obligatorio, ya que cuando se empeñaba la palabra, Dios ordenaba; “No violéis los juramentos después de haberlos ratificado. Habéis puesto a Dios como garante contra vosotros. Dios sabe lo que hacéis” (Corán, 16:91), firmados los pactos y tratados estos debían ser respetados denotándose con ello el objetivo del islam, el cual nunca fue la guerra; sino la invitación al Islam y el llamado a la paz.
La comunidad islámica desde sus orígenes, bajo el liderazgo espiritual del Muhammad (PBUH), siempre ha tratado de respetar y convivir con las demás creencias, una prueba fehaciente de ello, son las cartas de invitación; así como los tratados que se firmaban respetando el derecho de las creencias minoritarias de la zona, sin duda éste partía de las mismas órdenes que daba el Sagrado Corán, las cuales eran puestas en práctica y de manera ejemplar por su mensajero, quien no solo aplicaba las órdenes divinas, sino con su comportamiento moral espiritual y ético expandía el islam por su forma de ser, en ese marco respecto a los detractores que niegan estas características se hace fundamental cuando se analiza el comportamiento del Profeta, así como su trato con los no musulmanes analizarlo desde las fuentes mismas y no desde la lectura de los “orientalistas”, islamólogos” o “historiadores” occidentales, pues al no adentrarse, ni comprender in situ sus enseñanzas y modelos difícilmente podrán entender el carácter, la afabilidad y la bondad del último mensajero de Dios.
Fuente: es.shafaqna.com